08 febrero 2024

 Revista Huellas, No. 32

Seguimos activos al servicio del suroccidente del país, en los 64 años de la IEAN

Diciembre del 2023

Bajo la dirección y redacción del docente Magister Willian Hernán Villota Villa, continúa activa la revista Huellas, después de que su creador el compañero Mg. Gerardo García Zúñiga, desde el área de Lengua Castellana, liderara y entregara a la comunidad educativa 30 ediciones.

Superando diferentes dificultades sobre todo en recursos, pues ninguna institución educativa pública, cuenta con los suficientes recursos para desarrollar actividades de proyección a la comunidad como estas; entre otras, el encierro de la pandemia por el Covid-19, el cambio de dirección de la institución, se mantiene la idea de mostrar a través de este patrimonio escrito, el quehacer y el devenir en la vida institucional, año tras año.

La invitación es para toda la comunidad educativa, que hagan parte del contenido de la revista, sus ideas, vivencias, sueños, expectativas, creaciones literarias, esfuerzos traducidos en acciones, los pueden publicar aquí en la revista Huella, y seguramente serán motivaciones para generar mayor creación desde el estudiantado. Aspiramos también encontrar el apoyo del comercio y de la institucionalidad estatal, ya que el número 33 desde ya se está gestando en los 65 años de tan grande institución.

En el contenido de la revista encuentra textos como...

UN RETORNO AGRIDULCE A LA COTIDIANIDAD

Mg. Rolando Toro Peñafiel, Coordinador.

Tras casi dos años después de un cierre intempestivo que a nivel mundial nos tocó sortear, el retorno gradual a la presencialidad académica, al pasar por una alternancia educativa, nos demostró que la resiliencia humana nos permite, continuar el camino, sin embargo, el aprendizaje que deberíamos haber dejado, se ha esfumado en la malacrianza humana. Un aire limpio, unas aguas cristalinas, una naturaleza reverdecida, se empobrecieron con el actuar humano devorador. Nuevamente la polución, la deforestación y la contaminación de fuentes hídricas son el pan diario, pero ahora acompañados de sangrientas guerras que se justifican en el ansia del poder, la religión, los territorios, traducidas en desplazamientos, hambrunas, enfermedades y un sinnúmero de condiciones que vulneran sin misericordia e inclemencia este hábitat compartido.

Al parecer, en este espacio tiempo que el pequeño pueblo sampableño cohabita, las condiciones tampoco lo evitan. Un par de catástrofes que cobraron la vida de una menor, estudiante de la Concentración Escolar, y de un adulto, miembro de las fuerzas de la Defensa Civil, son solo dos casos de una furia natural de las aguas durante la ola invernal inclemente que azotó al país recrudecida en esta región, traducido en crisis de potabilidad del agua de consumo humano, que dificultaron junto al daño de vías, la normalidad de la didáctica, claro que en una escala menor a otra tragedia ocurrida en el 2017 en el municipio de Mocoa (Putumayo), donde una venida torrencial casi acaba con dicha capital, como otras tantas ocurridas en diferentes rincones de la rauda geografía colombiana. Y aun así, la humanidad no parece aprender.

Seguir con la normalidad es la bandera de todos los países, ya que de algún modo, la
subsistencia se basa en la producción mercantil, el comercio y la creación de necesidades que deben ser satisfechas por productos creados por otros para ser adquiridos, en una cadena sin fin que deja residuos de desprecio hacia la naturaleza. En este sentido, el comercio genera basura, mal manejada, por cuanto no existen políticas públicas de reciclaje, ni un manejo adecuado de los rellenos sanitarios, lo que conlleva a mayor contaminación, a tal punto que los científicos modernos se han atrevido a afirmar que nuestra sangre en esencia se ha vuelto sintética por la cantidad de plástico que en ella circulan a manera de plasma. Esto se traduce en todos los aspectos, y muchas veces lo vemos en nuestra institución, en especial después de jornadas deportivas, los descansos diarios o tras eventos de integración estudiantil. Si bien existe un proyecto ambiental, la conciencia colectiva es inerme para con las instalaciones de la institución, que se reflejan en el vecindario, en especial el estadio municipal, del cual la comunidad ha elevado la queja por el mal uso. Toda una serie de acontecimientos en los espacios, nos está llevando a un deterioro rápido. No siempre es el arreglo e intervención de los bienes públicos, es también el cuidado y apropiación de estos en un sentido de pertenencia, carente. Este llamado a los compañeros, docentes, estudiantes, administrativos y comunidad es para que cuidemos entre todos, esta bella institución. Un cambio de conciencia necesario para demostrar que aun queda la cultura ciudadana que, en un momento de la historia colombiana, Antanas Mockus nos enseñó desde la capital.

Ahora, nuestra responsabilidad es con nosotros mismo y nuestro entorno.      


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